El viaje a Miami fue tranquilo y placentero hasta Whisky Johnny Walker nos bridaron en el avión por cuenta de don William salleg y demás personas pudientes que viajaban a ver la pelea desde Montería. Recuerdo que cuando el avión volaba sobre la isla de cuba el piloto inclino la nave y dijo “señores pasajeros en estos momentos volamos a 28.000 pies de altura sobre Cuba” mi compadre Robinson Suarez miro por la ventanilla y dijo “nojoda compa troncos de estadios de beisbol tiene Fidel” yo le dije “compa no se incline mucho porque se puede voltear el 727 con el peso”
Fue un viaje lleno de mucha ilusión, primero porque sabíamos de las grandes posibilidades de Lora de ganar el titulo gallo y también lo que significaba para nosotros como periodistas deportivos estar en ese gran acontecimiento mundial, además de pisar por primera vez la tierra del Tío Sam.


Me encomendé a dios y le pedí que me colaborara en este trance y así ocurrió, yo miraba todas las cosas tiradas en el piso la cedula, mi carne de periodista y demás documentos de identificación esto le valía un pito a ese sabueso de cocaína que se ensañaba con migo.
Ya estaba desesperado con tanto raqueteo y humillación cuando introduje la mano en el fondo del maletín y saque el sombrero vueltiao que le envió el periodista Roger Olascoaga a “happy” y con el cual subió al ring para que esa prenda se convirtiera en el símbolo del deporte Cordobés y hoy en día símbolo nacional cuando el gringo policía de la DEA lo vio, lo cogió y lo llevo a sus narices oliéndolo como perro busca droga a ver si estaba impregnado de ese alucinógeno pero se equivoco, luego saque la pancarta con la pintura de lora en posición de guardia y fue cuando un compañero del tipejo con prendas de policía entendió que Álvaro Díaz Arrieta era verdaderamente un periodista Colombiano, para convencerse de mi estado síquico y mental llamo una mujer policía cubana la muy cabrona me pregunto que si de que color eran mis medias ,yo no sabia que decir puesto que en un tiempo eran blancas pero con el invierno en montería y la penetración del agua por los zapatos se tornaron de varios colores, al final dije blancas y la vieja que era muy linda me dijo puede irse.
De tantas vueltas que di en el aeropuerto no sabia para donde coger y le pregunte al mismo infeliz vestido de policía que si era por allá y el me respondió con una cínica sonrisa ¿quieres volver? Al fin pude ver los equipajeros y entendí que la puerta de salida quedaba en ese lugar.


Hasta la próxima