11 de abril de 2012

RECORDANDO "EL PALMAR"

Por solicitud de algunos amigos y compañeros de estudio de mi época, he decidido escribir mi versión de “El Palmar”,  sitio de diversión, música, baile y prostitución de los años 60´s en Montería.
Resulta paradójico calificar con estos adjetivos a un lugar de sano esparcimiento, ubicado en la calle 39 con carrera 11, a pocos pasos del “Colibrí”,”Pecho pelú”, “el turco” y el gigante nightclub cabaret “El Cocodrilo”, en plena zona de tolerancia.


El Palmar era frecuentado por todas las clases sociales monterianas: ricos, pobres, jóvenes y adultos, para no decir viejos. En esencia era un amanecedero que yo personalmente frecuentaba con mis amigos Nando Guerra, Roque Galván, Otoniel Soto, Jairo Galván, Lucho Guerra (q.e.p.d.) Franklin Sibaja, Alvaro Berrocal y el Gordo Espinosa. Mis amigos de infancia, de juventud y estudios.
Por El Palmar entró la salsa a Montería. En él escuché, por primera vez, a Ricardo Ray y Bobby Cruz, los Mamitos de la salsa; también a Joseito Mateo, al trio Matamoros, Mon Rivera, Fajardo y sus estrellas, Joe Quijano, Joe Cuba, el sexteto Juventud, Ismael Rivera, y tantos otros grupos que sonaron en el “Picot” de aguja “Wudlizer” del desaparecido Martínez, fallecido trágicamente. Pero el tema que mas sonaba era un son cubano convertido en salsa de la época, en la voz del caballo de dominicana Johny Ventura, 1920, ese que en su estribillo dice “cuatro paredes a solas conmigo / como lloramos y como sufrimos”. Yo creía que la versión original era de Johny Ventura, pero no. Es cubana. Y después se la escuche a Compay Segundo en un son.

Cuando la madrugaba llegaba a El Palmar y sus visitantes se alebrestaban al son de la salsa, y uno que otro ranqueado de Alejo Durán, hacían su aparición las “putas”  acompañadas de sus respectivos “cabrones” (entiéndase por cabrón el amante de prostituta, que espera que ella trabaje parte de la noche y complazca con caricias o sexo a otra persona, para luego gastar las ganancias con el propio. El verdadero cabrón). Hay un dicho en la jerga popular: “Cabrón de puta pobre”, que es el que espera pero nade le traen porque le hicieron conejo a su amante. Nunca se dejen decir así.

Pero bueno todo esto hacía parte del espectáculo madrugador de El Palmar. Eran momentos donde el que no sabia bailar bailaba, y los que sabían daban su espectáculo. No se me olvida el taconeo de una caleña apodada “La Repollito”, cuyo parejo a un “mari-hombre” llamado Fredy, y lo tildo de mari-hombre porque era gay pero peleaba como un verdadero varón. El Palmar se paralizaba y quedaban ellos dos bailando como los dioses. En ese momento el terrible, el único mesero que se combatía con todos, respiraba tranquilidad y no se preocupaba porque ningún cliente se fugara con la cuenta, porque la atención y el éxtasis conque miraban el baile de Fredy y Repollito no les permitía ningún movimiento extraño.

Pero bueno, Repollito y Fredy no eran los únicos que bailaban; quizás si fueron los mejores, pero habían otros, como el difunto “Cutis Rodriguez, quien visitaba la pista con su acompañante, siempre que el picotero Martínez ponía el tema de Joseito Mateo “Pa´lante y pa´tras”, ese que dice “miren que caminao el que tiene esa mujer/ella camina pa´lante camina pa´tras/camina como el cangrejo pa´lante y pa´tras”. El Cutis bailaba con su estilo de vacan y su atuendo de camaján, utilizando como pareja  a la prostituta con nombre de batalla “Maritza”, una mujer caoba de cuerpo esplendoroso y sonrisa cautivante, deseada por todos los caballeros de la noche presentes.
El palmar no solo era baile y licor, también por efectos del alcohol se presentaban grandes riñas entre coterráneos, donde zumbaba la botella y el vidrio, y algunos teníamos que refugiarnos en la cantina  y agacharnos como en las películas mejicanas emulando a “Borolas” y “Achicote”, cómicos de las cintas aztecas. El único que se exponía a un botellazo era el Terrible, quien permanecía con los portones de hierro, hechos en el taller “Al día” del Mane Meléndez, cerrados para evitar el famoso cantinazo en medio de la reyerta.

Recuerdo una trifulca, donde un peleador sin respetar las reglas le estaba cercenando una oreja al agrónomo Fabio Gómez, mi amigo entrañable, y yo le dije para que lo soltara: -“Apriétale las bolas para que te suelte” y así sucedió. Después de las trifulcas, volvía la calma, y era cuando “El Mosquito” hacia su aparición con su tártara de butifarras y huevos con pimienta picante para calmar momentáneamente la ansiedad de los ya transformados visitantes del palmar.

SEGUIREMOS EN LA PROXIMA NO SE LO PIERDA

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